Sweet36: Miriam Messuti nos cuenta cómo nació su «dulce» sueño
En 2016 comienza tu andadura como emprendedora, ¿es en ese periodo de crisis-oportunidad dónde nace tu inquietud emprendedora? ¿Cuáles eran tus aspiraciones?
Fue en abril de 2016 cuando abrimos nuestra tienda física en Madrid, pero la andadura comenzó realmente a finales de 2013, justo en mi cumpleaños número 36. En ese momento, no tenía ninguna inquietud emprendedora sino que me encontraba en medio de una crisis personal y profesional. Trabajaba por cuenta ajena en el área de Marketing de una multinacional, pero al volver de la baja por maternidad en diciembre de 2012, me retrocedieron al cargo que ocupaba cuando empecé en la empresa tres años antes y a media jornada, por supuestos “cambios estructurales” que se sucedieron en la empresa durante mi baja. Esta situación me produjo un gran vacío y frustración y empecé a desahogarme escribiendo un blog. El día de mi cumpleaños 36, en noviembre de 2013, hice una tarta por primera vez en mi vida y la llevé a la oficina para compartir con mis compañeros. Para mi sorpresa, todos quedaron fascinados, e incluso me encargaron la tarta para cenas y cumpleaños que tenían por esas fechas. Al volver a casa, titulé mi post de cumpleaños “Sweet 36”, en el que contaba lo feliz que me sentía por ese resultado inesperado, por lo mucho que disfruté haciendo la tarta y por la ilusión que me hacían esos primeros “encargos”. El título hacía alusión al término anglosajón “Sweet 16”, que se usa para denominar el cumpleaños número 16 en el que pasamos de la niñez a la adultez, en el que tenemos tantas dudas e inquietudes y en el que estamos pensando qué hacer con nuestras vidas. Pues ese era justamente el sentimiento que me invadía… 20 años después de mis dulces 16. A partir de entonces, los encargos se fueron multiplicando, el boca a boca hizo efecto, y así, sin quererlo ni pensarlo, nace Sweet 36.
Y una vez que tienes claro que quieres emprender, ¿por qué en el sector de la alimentación – hostelería?
La cocina siempre había sido mi pasión, mi hobby. De hecho, me titulé como cocinera profesional soñando con que algún día lo dejaría todo por la cocina. Sin embargo, la restauración es un sector muy sacrificado, con unos horarios nada compatibles con la maternidad. Así que cuando hice mi tarta de cumpleaños 36 y empecé con los encargos, pensé en los pasteleros, esas personas madrugadoras que trabajan en un horno en horas diurnas, y en que la pastelería sí me permitiría conciliar haciendo lo que me gusta. Tuve claro lo de emprender y dejar mi empleo en marzo de 2015, cuando se presentó la oportunidad de negociar mi salida de la empresa en unas condiciones muy ventajosas. De esta manera, pude hacerme con el capital y el tiempo necesarios para definir mi plan de negocio, buscar la ayuda del SECOT para darle forma a esta locura y empezar a buscar locales.
¿Qué características debe reunir una mujer emprendedora?
Mucha valentía y confianza en uno mismo, pero sobre todo, ilusión. No es fácil, pero creo que se logra si sabemos apreciar cada uno de los mensajes que nos manda el universo y si somos consistentes con nuestros sentimientos y aspiraciones, agradecidos por todo lo que nos sucede y por las personas que nos acompañan en nuestro camino. La vida es sólo una, y debemos aprovecharla al máximo para nunca arrepentirnos de aquellas cosas que dejamos de hacer por miedo al fracaso o a lo que piensen los demás.
¿Qué es lo mejor de haber decidido dejar un trabajo estable (supongo que así fue) y un sueldo fijo para emprender?
¡Todo! Ser dueña de mi vida, vivir de lo que amo, decidir el tiempo que dedico a mi familia, conocer a gente maravillosa… Sí que es verdad que se trabaja más duro, pero la sensación de logro y la gratificación no tienen precio.
¿Cómo has vivido los meses de inactividad? ¿Cuál ha sido el impacto para tu actividad?
Ha sido muy rudo e inesperado para todos. Sin embargo, en mi caso, ha sacado lo mejor de mí. El 80% de mi facturación provenía de la hostelería, y al estar todos los negocios cerrados o al mínimo, dejé de recibir sus pedidos. Entonces tocaba reinventarme y dedicar todos mis esfuerzos en conseguir pedidos de particulares y llegar hasta los hogares de todos los madrileños. Sacamos un nuevo tamaño de tarta “mini” de 2 a 4 raciones que fue un éxito, las llevábamos nosotros mismos con entrega gratuita en Lavapiés, y eso nos mantuvo siempre activos horneando a puerta cerrada durante el estado de alarma. Imprimimos unos flyers para repartir en todos los portales del barrio y alrededores, intensificamos nuestra presencia en las redes sociales, y una vez abiertos al público, invertimos en hacernos más visibles para los transeúntes: instalamos un toldo, pusimos un banquito, una pizarra de caballete en la acera, compramos una vitrina refrigerada para nuestros postres de verano, sacamos nuevos productos, entre otras cosas. Esta crisis me ha regalado el tiempo que necesitaba para mejorar, resolver y reflexionar sobre mi negocio, que desde 2016 no había tenido la oportunidad de hacerlo. Hoy tengo más clara mi vocación, mis prioridades, y aunque aún no nos hemos recuperado del todo, estoy segura de que saldremos más fuertes y mejores de esta situación.
¿Has pensado volver a recurrir a la ayuda de los Seniors de SECOT? ¿Sigues manteniendo el contacto con ellos? En su día, en qué te ayudaron?
Mantengo contacto con mi asesor y nos llamamos para contarnos cómo van las cosas. Amador Palacios, de la Delegación de SECOT en Madrid, fue un gran apoyo y lo sigue siendo, sé que puedo contar con él siempre que lo necesite. Ha sido la persona que creyó en mí cuando todos pensaban que era una locura, que me ayudó a valorar mi proyecto, a constatar su viabilidad y a animarme a hacerlo realidad. Estaré eternamente agradecida por su aporte, su confianza y sus mensajes de ánimo.
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